La protesta innata
Daynu Acosta
La protesta es una manifestación de inconformidad hacia un sistema. Protesta deriva del latín protestari que significa atestiguar públicamente, ante algo que no cubre nuestras expectativas.
Hoy se “conmemora” el día de la mujer, del trabajador y otros tantos a partir de protestas -eufemismo ante hechos atroces que actualmente se asumen como feriados en lugar del debido análisis del entorno político social que los motivó-. La protesta es una reivindicación humana que exige respeto y satisfacción de necesidades. El objetivo es manifestar, clara y respetuosamente, ante quien ejerce el poder, la inconformidad con su gestión, con sus decisiones, con la realidad actual, para mejorarla.
Todos los insatisfechos protestan: el niño llora por alimento, la mujer castiga a su esposo con fría noche de sofá cuando pelean, el chofer tranca las calles o no trabaja cuando quiere aumento del pasaje, los empleados hacen huelga para un mejor salario, el estudiante protesta porque quiere y merece un mejor país… hasta el silencio muchas veces es una protesta.
Algunos ejemplos históricos:
Lisístrata, obra teatral del griego Aristófanes (411 a.C) fue un proyecto de paz contra los demagogos que impulsan la guerra -a los de aquella época, aclaro para no herir susceptibilidades modernamente añejas-. La estrategia de Lisístrata fue una huelga sexual. Luego de días de abstinencia forzosa, los hombres, doblegados por la imperiosa necesidad del erotismo carnal, con la tensión en alto, firmes de ímpetu, flácidos de voluntad, negociaron con las mujeres quienes les presionaban con el silencio de sus caderas. Paz a cambio de relax. La Paz fue consumada y aplacada. Por un tiempo claro está, hasta que hombres y mujeres sintieran ganas de reiniciar otra “guerra”.
Durante la revolución francesa, las parisienses marcharon hacia Versalles, amparadas con el lema “Libertad, igualdad, fraternidad”, para exigir derecho al sufragio.
En Venezuela hasta poco después de 1930 ninguna mujer “decente” debía estudiar más allá de sexto grado, pues su rol social de “esposa, madre y ama de casa” solo requería un mínimo de formación. Más educación era inmoral, o peligroso para el statu quo –nuevamente me refiero a la época de aquellos señores, los de esta son más delicados con estas cosas-.
Rosa Parks fue encarcelada en 1955 por negarse a ceder su asiento en el autobús a un hombre blanco. Era lo moralmente aceptado en EEUU pero ella decidió cambiarlo con ese simple acto de dignidad.
La primera protesta registrada en la historia humana fue protagonizada por 50 trabajadores entre picapedreros, carpinteros y dibujantes el 14 de noviembre de 1152 a.C ante el emperador Ramsés III. Tres días estuvieron sentados frente a la puerta del templo con la sola frase “tenemos hambre y sed” y “revocatorio ya”, ¡epa! Ya va, disculpen, ese fue Diego Hernández frente al CNE, en fin, tuvieron éxito. Recibieron del visir 50 sacos de trigo.
Protesta es sinónimo de libertad pero siempre junto a su hermana de sangre: la Responsabilidad.
En la diversidad está el crecimiento y por eso nuestras voces se encaminan hacia un mismo fin: hacer ciudadanía, están matizadas con la mirada particular, aguda, sensible, emotiva, racional, inquieta y crítica de cada uno de los que pueda expresarse. Venezuela está integrada por varias voces, hermosas voces que merecen ser escuchadas para tener siempre un mejor país.
Diego Hernández mostró su frase clara y respetuosamente “Revocatorio ya”, ante el CNE el pasado 11/05/2016. Usó un instrumento tan peligroso y edificador a la vez como solo puede ser la palabra. No fue una manifestación masiva, fue un solo joven. Hay que recalcarlo, Un solo joven. Y esto bastó para que lo apresaran demostrando el tinte intolerante y represivo del actual gobierno venezolano. Diego fu espontáneo, motivado por la situación que padece y comparte a diario: un país difícil para la dignidad y la superación personal. Un país que “por ahora”, tiene cerrada la frontera hacia el progreso. No estar de acuerdo con el gobierno de turno –ahora si me refiero a la Venezuela de hoy- es un absoluto y rotundo derecho de quien quiera ejercerlo. Por eso, en democracia la protesta es un derecho, no un permiso que se recibe. El progreso se logra con educación, preparación, respeto, trabajo, libertad y sobre todo perseverancia. No conozco a Diego Hernández, pero si algo está claro, es que fue directo y respetuoso en su acción. Mis respetos.