El caminar de los migrantes venezolanos, un drama al que no se le ve fin
José Rangel – Equipo Aula Abierta
En la semana mundial del refugiado, recordamos que los migrantes venezolanos no son una población migrante ordinaria, no se fueron porque quisieron, salieron en búsqueda de la calidad de vida que en su país no existe, demandando una protección internacional especial, aunque los países y organismos internacionales aún no lo aceptan.
La migración forzada de más de 7 millones de venezolanos no es casualidad, responde a patrones de índole político y económico que ha robado los sueños y ha separado a las familias por todo el mundo. Con la crisis migratoria venezolana, el país también ha perdido gran capital humano profesional de estudiantes y profesores universitarios que se vieron obligados a buscar mejores oportunidades fuera.
En una entrevista en Aula Abierta Radio el pasado jueves 22 de junio, la profesora e investigadora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Ligia Bolívar, indicó que, como al principio se creyó que la crisis migratoria venezolana era “temporal”, los gobiernos latinoamericanos dieron permisos temporales de permanencia, pero la situación dentro de Venezuela no ha dado mínimas señales de mejoría, por lo que el contexto migratorio hoy es peor.
Al drama de los migrantes venezolanos no se le ve fin; por lo que los gobiernos latinoamericanos decidieron dar paso a la etapa de regularización. Para Bolívar, actualmente se desarrolla una etapa de transición a la regularización con diferentes desafíos que enfrentan los venezolanos para reintegrarse a la población del país receptor.
Lo peor no es la selva del Darién
Sobre las rutas más comunes que transitan quienes se van de Venezuela, la directora de la ONG Alerta Venezuela y especialista en Derechos Humanos detalló la ruta andina (que empieza en Colombia y atraviesa Ecuador, Perú y Chile), los que salen por el sur del estado Bolívar (rumbo a Brasil) y la selva del Darién donde lo peor aún está por llegar.
“Lo peor de la ruta hacia norteamérica no es el Darién (la llamada ruta de la selva), lo peor es la cantidad de situaciones de robo, violencia sexual, homicidios a lo largo de Honduras, Nicaragua y México”, explicó Bolívar.
Sin embargo, detalló que a los migrantes venezolanos poco les interesa padecer los riesgos de los que se les advierte porque “prefieren morir luchando en una carretera que esperar la muerte en Venezuela”.
Universitarios migrantes, la educación que no vuelve
Los venezolanos que se van del país lo hacen en búsqueda de una calidad de vida que no consiguen en su patria y en ese trayecto culminar sus formaciones académicas es el sueño de muchos, pero lamentablemente se enfrentan a una serie de trabas burocráticas que se los impide.
Según Laura Cristina Dib, directora del programa WOLA para Venezuela, la falta de documentos incide en la regularización de las y los universitarios en los países de acogida, impidiendo que retomen sus estudios y/o sus labores académicas.
“En el caso de Colombia se habilitaron mecanismos para que los menores de edad accedan a la educación básica pero no es el caso de la educación superior donde no se reconocen los niveles educativos, deben hacer convalidación, les piden notas apostilladas, etc”, explicó Dib “una situación muy compleja para aquellos venezolanos indocumentados en los países receptores”.
Además de la documentación que les exigen a los venezolanos, éstos deben también enfrentar la xenofobia y el reto de convivir con una cultura completamente diferente. “La región en su conjunto debería estudiar la manera de cómo adoptar medidas para aprovechar esa migración calificada con herramientas que traen para aportar”, indicó la directora de WOLA para Venezuela, con respecto a las y los estudiantes universitarios, así como profesores e investigadores universitarios, que están fuera del país.
Universitarios en el mundo
Conviene recordar algunos datos de una investigación de Aula Abierta junto a la profesora Lizzy van Dijk, de la Universidad de Utrecht (Países Bajos) sobre la “Libertad académica y la historia no contada de los académicos venezolanos en el exilio”, que explora los factores que influyeron a 230 académicos venezolanos a irse al extranjero entre 2014 y 2020, así como los países de acogida.
Según la investigación, para 2022 la deserción de los docentes universitarios oscilaba entre 40 y 50 %, dejando a las universidades sin el recurso humano calificado. Colombia, Ecuador y Chile figuran entre los países que alberga el mayor número de académicos venezolanos entrevistados.
Mientras perdure la emergencia humanitaria compleja y el gobierno nacional no otorgue a la educación venezolana condiciones de sustentabilidad para su desarrollo, son pocas las alternativas que tienen las universidades en surgir y seguir formando al personal calificado que necesita el país.