Las ciencias ambientales en la Universidad de Los Andes están en condiciones precarias
Las universidades públicas venezolanas atraviesan una exacerbada crisis desde hace más de 20 años, agudizada desde la declaración de la emergencia sanitaria en marzo de 2020, fecha para la cual ya era visible la insuficiencia del presupuesto aportado por el Estado y las afectaciones por la Emergencia Humanitaria Compleja.
Esta situación incide de forma negativa en el desarrollo de las actividades medulares universitarias, llevándolas a un colapso que provoca la deserción estudiantil y de personal universitario, deterioro de las instalaciones, daños a la infraestructura por falta de mantenimiento, robos, hurtos, vandalismo e invasiones.
A pesar de constituirse en motores del desarrollo científico, tecnológico y humanístico de la nación, las universidades públicas autónomas adolecen del apoyo del gobierno nacional; desde el aporte de recursos para su sostenimiento hasta de esquemas de seguridad para el resguardo de sus bienes e instalaciones. Este escenario es ampliamente documentado en reportes publicados por ONG como Aula Abierta y medios digitales a nivel nacional.
En el caso de la Universidad de Los Andes (ULA), el presupuesto asignado en los últimos años para el funcionamiento fue, aproximadamente, el 2% del total solicitado. Un monto que no cubre gastos operativos, inversión en infraestructura y académica.
Sin ningún tipo de protección por parte del Estado, el hampa asecha en los campus y comete sus fechorías: en 2020 desvalijaron el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (IIAP-ULA) y desde hace años la institución denunció que la Hacienda Judibana, sede del Núcleo Alberto Adriani (NUAA-ULA) en El Vigía está controlada por invasiones.
Desde el inicio de la pandemia hasta el 31 de mayo, Aula Abierta documentó, al menos, 64 incidentes de inseguridad en la ULA. Para la fecha se ubicaba en el primer puesto en el ranking de universidades afectadas.
Algunos de los incidente más incisivo fueron: el robo perpetrado a la Biblioteca Integrada de Arquitectura, Ciencias e Ingeniería (BIACI-ULA) y el quinto robo realizado al Centro de Investigaciones Atmosféricas y del Espacio (CIAE); dependencias que se localizan en el Núcleo La Hechicera de la Universidad de Los Andes en la ciudad de Mérida.
La investigación y las prácticas reducidas por afectación
El Observatorio de Universidades y Ambiente de la Región Andes conversó con Manuel Morocoima, decano de la Facultad de Ciencias de la ULA, para conocer las afectaciones en la investigación ambiental ante la asfixia presupuestaria y la ola de incidentes de inseguridad.
El decano Morocoima expuso que los laboratorios, centro e institutos que hacen investigación en ciencias ambientales están frenados por no poder adquirir los insumos necesarios. Además, señaló que las labores de mantenimientos en el jardín Botánico fueron reducidas al mínimo y trabajan bajo donaciones conseguidas gracias a los esfuerzos de su dirección y junta directiva.
“Las salidas de campo no se dan, puesto que los vehículos destinados a tal fin no están en condición de cumplir con su función, combustible, cauchos, repuestos varios, viáticos para choferes, profesores y estudiantes. La falta de presupuesto ha colocado a la investigación en general, actividad mayoritaria de nuestra facultad, en condiciones precarias”, afirmó Morocima.
“Los laboratorios de docencia, en general, se encuentran en un estado de obsolescencia. Los daños por falta de mantenimiento son muchos, desde techos deteriorados, filtraciones de los mismos, falta de iluminación, problemas de dotación de agua potable”, indicó el decano de la FC-ULA.
El decano Morocima exigió vigilancia continua en las instalaciones y señaló a los organismos de seguridad por no proteger el recinto ni emitir respuesta a las denuncias presentadas por robos. Señaló que desde la suspensión de actividades por la pandemia “se dejó a las instituciones sin el presupuesto adecuado para dotar a las personas que debían continuar con sus actividades de los implementos necesarios para su protección; también nos ha dejado desprotegidos de los amigos de lo ajeno, que al ver las instalaciones de nuestra universidad con poco personal, se han dado a la tarea de saquearla y causar daños que costará mucho reparar”.
Deserción: efectos de una asfixia
“La deserción estudiantil y profesoral ha producido una merma en la cantidad de egresados de nuestra facultad, así como de la producción científica de la misma”, señaló el decano Morocoima en la entrevista para Aula Abierta.
El decano informó que en las dependencias académicas de la Facultad de Ciencias vinculadas al ambiente existe una deserción que va en aumento. En el departamento de Biología, que concentra la actividad de docencia en pregrado se registró una disminución del 17,62% de alumnos inscritos en el período especial, solo se inscribió el 53,90% del estudiantado.
Las razones de esta disminución, “pueden obedecer a distintas causas, desde falta de acceso a tecnologías y conectividad del servicio de Internet hasta de tipo socioeconómicas por parte del estudiantado”, afirmó el decano.
En el Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas (ICAE) y el Instituto Jardín Botánico de Mérida (IJBM) tampoco se pueden desarrollar adecuadamente las actividades, informó Morocima, debido a falta de recursos para reposición y actualización de equipos, insumos de laboratorio, así como por la intermitencia de servicios básicos (agua y electricidad) y de internet, falta de unidades de transporte, combustible y condiciones mínimas para realizar prácticas de campo.
El compromiso es más poderoso
El decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes aseguró que el personal de la ULA (docentes, investigadores, seguridad y mantenimiento) actúa de distintas formas para mantener la vigilancia y evitar más ataques del hampa. Instalaron protecciones soldando algunos ventanales y eliminaron vías expeditas de ingreso.
Además, no dejan de impartir clases bajo las condiciones que se demanden. “Pero si de algo si estamos seguros, todos nuestros profesores están comprometidos con la calidad de la educación que imparten en sus respectivas materias”, finalizó el decano de la Facultad de Ciencias de la ULA, Manuel Morocoima.